Reflexión crítica
Contexto globalizado y
políticas sociales en América Latina.
La globalización es el producto de efectos
contradictorios en la sociedad, donde a su vez nos ofrece un mundo con muchas posibilidades
de desarrollo, con el crecimiento económico que ésta genera a partir del auge
de la economía de mercado, las telecomunicaciones, la informática y el
conocimiento racional, amplios sectores de la población quedan excluidos del
mismo generándose sociedades desiguales e inequitativas. Podemos evidenciar
fenómenos como: el desempleo, la flexibilidad laboral, la precarización
del empleo, el incremento de la pobreza, la indigencia y vulnerabilidad social,
la reducción de la gobernabilidad democrática, la violación de los derechos
humanos, la inseguridad ciudadana, la violencia generalizada, el debilitamiento
de la cohesión social.
Según Altamir (1994), esta
situación ha tendido a agravarse por las políticas adoptadas por los gobiernos
de la región que han sido orientadas a aumentar las desigualdades.
La globalización económica
tiene características comunes como por
ejemplo la información en tiempo real; la planeación global de la producción de
las empresas transnacionales; la extensión del libre comercio, formas de
proteccionismo en el mundo industrializado; la contradictoria combinación de
una elevada movilidad de los capitales y fuertes restricciones a la migración
laboral; la evidencia de una creciente vulnerabilidad e interdependencia
ambientales, y una inédita tendencia a la homogeneización institucional.
De este modo, América
Latina hasta ahora no ha logrado avanzar significativamente en el ámbito
social, pues no cuenta con una estrategia sólida que contribuya a reducir la
pobreza, la desigualdad social, y a incrementar la inclusión de sus ciudadanos
más pobres dentro del sistema político, social y económico. (Dell'ordine 2003) el modelo
de desarrollo en el territorio latinoamericano, se ha interesado
prioritariamente por las condiciones de la clase trabajadora, de las personas
en situación de pobreza y de una parte de los individuos de la sociedad,
actuando mediante programas y estrategias que proveen salud, seguridad social,
vivienda, educación y tiempo libre, con el objetivo de lograr bienestar social
y mejoría de las condiciones materiales de vida de la población.
En razón a lo anterior,
la Cepal indica que en América Latina "la política social necesita
renovarse y fortalecerse de forma significativa" (Cepal 2002b, 308),
particularmente en cuanto a la educación, el empleo y la protección social
(Cepal 2002b, 308). Este mismo organismo señala que estas políticas deben
orientarse hacia la generación de capital social mediante la reciprocidad, la
confianza y la solidaridad (Cepal 2002a).
Reflexión crítica
Contexto
globalizado y políticas sociales en América Latina
La globalización es el producto de efectos
contradictorios en la sociedad, donde a su vez nos ofrece un mundo con muchas posibilidades
de desarrollo, con el crecimiento económico que ésta genera a partir del auge
de la economía de mercado, las telecomunicaciones, la informática y el
conocimiento racional, amplios sectores de la población quedan excluidos del
mismo generándose sociedades desiguales e inequitativas. Podemos evidenciar
fenómenos como: el desempleo, la flexibilidad laboral, la precarización
del empleo, el incremento de la pobreza, la indigencia y vulnerabilidad social,
la reducción de la gobernabilidad democrática, la violación de los derechos
humanos, la inseguridad ciudadana, la violencia generalizada, el debilitamiento
de la cohesión social.
Según
Altamir (1994), esta situación ha tendido a agravarse por las políticas
adoptadas por los gobiernos de la región que han sido orientadas a aumentar las
desigualdades.
La
globalización económica tiene
características comunes como por ejemplo la información en tiempo real; la
planeación global de la producción de las empresas transnacionales; la extensión
del libre comercio, formas de proteccionismo en el mundo industrializado;
la contradictoria combinación de una elevada movilidad de los capitales y
fuertes restricciones a la migración laboral; la evidencia de una creciente
vulnerabilidad e interdependencia ambientales, y una inédita tendencia a la
homogeneización institucional.
De
este modo, América Latina hasta ahora no ha logrado avanzar significativamente
en el ámbito social, pues no cuenta con una estrategia sólida que contribuya a
reducir la pobreza, la desigualdad social, y a incrementar la inclusión de sus
ciudadanos más pobres dentro del sistema político, social y económico. (Dell'ordine 2003) el modelo de
desarrollo en el territorio latinoamericano, se ha interesado prioritariamente
por las condiciones de la clase trabajadora, de las personas en situación de
pobreza y de una parte de los individuos de la sociedad, actuando mediante
programas y estrategias que proveen salud, seguridad social, vivienda,
educación y tiempo libre, con el objetivo de lograr bienestar social y mejoría
de las condiciones materiales de vida de la población.
En
razón a lo anterior, la Cepal indica que en América Latina "la política
social necesita renovarse y fortalecerse de forma significativa" (Cepal
2002b, 308), particularmente en cuanto a la educación, el empleo y la
protección social (Cepal 2002b, 308). Este mismo organismo señala que estas
políticas deben orientarse hacia la generación de capital social mediante la
reciprocidad, la confianza y la solidaridad (Cepal 2002a).
Economía
civil desde una ética de la razón cordial
Con
la actual crisis se ha venido agravando el modelo de la economía, se entiende
por máximo beneficio el correcto desarrollo económico social y humano Joseph E.
Stiglitz premio nobel de economía argumenta que la teoría neoliberal “no se
basa en una profunda comprensión de la teoría económica moderna, sino en una
interpretación ingenua de la economía, basada en los supuestos de una
competencia perfecta, de unos mercados perfectos y una información perfecta”
(2012: 12). Uno de los principales efectos de este proceso crítico, ha sido el
considerable aumento del interés general por modelos económicos alternativos.
Especialmente aquellos basados en el bien común y la relacionalidad.
Economía
civil: bien común y relacionalidad
La
economía civil surge con un claro propósito: ofrecer un modelo económico capaz
de dar respuesta a las necesidades de la sociedad del momento; es decir, cuyo
desarrollo permita una sociedad más justa y feliz (Genovesi, 1785a: 3). Para
Genovesi, las personas tienen necesidades que, en muchos casos, requieren de
relacionalidad; como, por ejemplo, la satisfacción de su natural propensión a
la felicidad. Genovesi emerge la idea de un mercado civil y civilizador cuyo
correcto funcionamiento es condición de posibilidad de una sociedad más justa
y, sobre todo, feliz. El comercio, en tanto que requiere de espacios adecuados
para poder generar relaciones interpersonales, ofrece las condiciones
necesarias para que las personas puedan satisfacer sus necesidades y
desarrollar una vida plenamente humana. Entre otras cosas, porque obliga a
fomentar la paz y libertad entre personas y sociedades (Genovesi, 1785a: 5, 57;
1785b: 8, 18-19) ofreciendo a los implicados la posibilidad de proyectarse
adecuadamente. Encuentra en el bien común el criterio de validez moral que le
permite justificar y dar sentido a toda la actividad económica. Para la
economía civil, por consiguiente, es lícito comerciar, pero siempre y cuando el
principal interés de la actividad sea el bien de la comunidad.
Genovesi
diseña su enfoque civil de economía alrededor de seis conceptos fundamentales:
comercio: mecanismo básico de civilización
porque requiere de relacionalidad para
existir; necesita fomentar y potenciar la adquisición y uso de las virtudes
civiles para poder llevar a cabo su actividad; exige paz entre pueblos y
naciones para desarrollarse correctamente; la economía se erige como una actividad civil
y civilizadora que promueve y procura espacios de paz y libertad donde las
personas puedan desplegar sus objetivos de vida buena, sus máximos de felicidad
interés: Se trata de un tipo de
contrato que, orientado por el bien común y motivado por la gratuidad, sirve
para empoderar a los demás, no para enriquecerse a costa de sus necesidades,
por lo que está totalmente justificado.
Confianza:
recurso básico
para el desarrollo económico, puesto que el “crédito personal en general de una
Nación, con relación a las otras con quienes comercia o puede comerciar, nace
de dos principios: el primero del crédito de muchos particulares: el segundo de
la fe pública civilidad, reciprocidad y felicidad.
Civilidad: conjunto de medios disponibles y
utilizados por una sociedad concreta para desarrollarse y alcanzar un nivel
superior en términos de instituciones y prácticas sociales. Para la economía
civil, generar y potenciar tales mecanismos existentes es crucial para
conseguir el bien común de la sociedad y, de ese modo, la felicidad pública de
los implicados.
Reciprocidad:
característica
básica que permite el establecimiento de ciertas relaciones genuinas implicadas
en la felicidad de la sociedad y sus individuos.
Felicidad: La vida civil, apoyada en virtudes
civiles y orientadas por el bien común, emerge como un espacio donde las
personas pueden desarrollarse en comunidad y conseguir la felicidad, mientras
que la vida desencarnada, apoyada en vicios y orientada por el bien particular,
produce un placer hedonista cuya satisfacción es limitada y cortoplacista.
Tras siglo y medio de olvido, la economía
civil está siendo reconsiderada por algunos teóricos actuales, Principalmente,
como alternativa a un modelo económico preponderante que, basado en el
individualismo axiológico y la maximización del beneficio particular, no parece
capaz de lograr satisfacer las expectativas e intereses en juego, tanto a nivel
económico como social y humano.