Ética
REFLEXIÓN
CRÍTICA, PROBLEMÁTICA DE RIESGO SOCIAL
Los
efectos contradictorios en la sociedad hace
que la población quede excluida generando sociedades desiguales e
inequitativas evidenciándose fenómenos como el estrechamiento de los
mercados internos, el desempleo, la flexibilidad laboral, la precarización del
empleo, el incremento de la pobreza, la indigencia y vulnerabilidad social, la
reducción de la gobernabilidad democrática, la violación de los derechos
humanos, la inseguridad ciudadana, la violencia generalizada, el debilitamiento
de la cohesión social, entre otros.
Esta
situación ha tendido a agravarse, por cuanto las políticas públicas adoptadas
por los gobiernos de la región han estado orientadas a aumentar estas
desigualdades, como se desprende del análisis que hace Altamir (1994), quien
compara el caso de diez países, y afirma que hay bases para suponer que la
nueva modalidad de funcionamiento y las nuevas reglas de política pública de
estas economías pueden implicar mayores desigualdades de ingresos. Al respecto,
Guy Bajoit señala que dichas políticas son impulsadas por el Estado, “muy
concretamente: el Estado neoliberal que no deja de repetir a los pobres que
tienen el derecho de vivir con dignidad, integrados en una sociedad equitativa,
donde son invitados a ser individuos y ciudadanos, y, simultáneamente este
mismo Estado adopta un modelo económico que genera estructuralmente un auge de
la desigualdad, de la exclusión, y por ende, de la pobreza relativa” América
Latina hasta ahora no ha logrado avanzar significativamente en el ámbito social,
pues no cuenta con una estrategia sólida que contribuya a reducir la pobreza,
la desigualdad social, y a incrementar la inclusión de sus ciudadanos más
pobres dentro del sistema político, social y económico. En ese sentido, hay
poca evidencia de que las mejoras importantes en la política social hayan sido
cruciales en la disminución de la pobreza y la desigualdad en las últimas dos
décadas. Con la actual crisis, se han agravado las críticas hacia un modelo de
economía preponderante que, apoyado en la supuesta racionalidad auto interesada
del agente y las consecuencias inintencionadas de sus acciones, entiende que la
búsqueda del máximo beneficio particular garantiza el correcto desarrollo tanto
económico como social y humano.
Desde
esta perspectiva, el problema actual del desarrollo económico y social no
respondería tanto a una cuestión de falta de recursos, sino a una escasez de
relacionalidad. En primer lugar, porque tal hecho no permite superar la barrera
del equilibrio subóptimo que impone el individualismo axiológico, como así
sugieren diferentes experimentos de laboratorio y estudios de campo realizados
con juegos de estrategia10 (Zamagni, 2006). En segundo lugar, porque de ese
modo es muy difícil encontrar la forma de hacer posible una actividad económica
que resulte rentable y sostenible al mismo tiempo11 (Zamagni, 1999). Y en
tercer lugar, porque imposibilita la generación de aquellos bienes que, como la
amistad, la confianza, la participación ciudadana o la identidad, están
implicados tanto en la cohesión del mercado y de la sociedad como en la gestión
del capital talento y la autorrealización de las personas12 (Zamagni, 2010c).
la
política social ha sido entendida tradicionalmente como una intervención del
Estado en la sociedad civil (Ceja 2004), un instrumento del mismo que, acorde
con su modelo de desarrollo en el territorio latinoamericano, se ha interesado
prioritariamente por las condiciones de la clase trabajadora, de las personas
en situación de pobreza y de una parte de los individuos de la sociedad,
actuando mediante programas y estrategias que proveen salud, seguridad social,
vivienda, educación y tiempo libre, con el objetivo de lograr bienestar social
y mejoría de las condiciones materiales de vida de la población (Dell’ordine
2003). Sin embargo, hoy los mismos apuntan también hacia el impulso de un mayor
desarrollo humano, equidad, justicia y cohesión social (Ceja 2004; Viteri
2007). Colombia no ha sido ajena a la aplicación de políticas sociales
orientadas en la primera dirección, lo cual ha generado sistemáticamente la
ponderación del beneficio personal, aun a costa de terceros; la indiferencia
hacia el sufrimiento de los demás; el temor a pronunciarse o a disentir, ante
la posibilidad de ser excluidos de tales “beneficios”; el “acomodamiento” en
circunstancias adversas de sus vidas para seguir recibiendo ayudas, lo que las
hace una metáfora de “caída social”. de acuerdo con los desarrollos éticos
actuales, la política social ya no puede seguir apostándole al fomento de un
individuo autónomo, en el ostracismo que le dan su real saber y entender, su
libre albedrío para actuar, sino que las instituciones y los agentes
profesionales que las operan deben trabajar en el potenciamiento de personas
que, a partir de un ejercicio dialógico argumentativo, deliberativo y simétrico
en torno a sus condiciones de vida y las formas de mejorarlas, configuren un
sistema normativo y regulativo de sus prácticas sociales, que sirva de base
para impulsar conjuntamente un mayor reconocimiento y aceptación de las
diferencias, donde tenga lugar un verdadero ejercicio de poder mediante la
solidaridad y corresponsabilidad con los “otros” hacia la construcción de una
sociedad más cohesionada, equitativa y democrática.
file:///C:/Users/MariaAlicia/Downloads/Economia%20civil%20desde%20una%20%C3%A9tica%20de%20la%20raz%C3%B3n%20cordial%20-%20Patrici%20Calvo%20(2).pdf
Link video propuesta de solución final
https://youtu.be/yNRL-Zql55Q
En cuanto a la generación de puestos de trabajo, un primer factor determinante es la evolución histórica del nivel del producto interno, el que está a su vez directamente asociado con el ritmo de formación de capital. Sin duda una tasa elevada y sostenida de crecimiento del producto constituye la condición necesaria fundamental para asegurar un ritmo de generación de nuevos puestos de trabajo que sean compatibles con la disponibilidad creciente de mano de obra.
Si analizamos lo ocurrido en los países con economías en transición, comprobamos que el problema del desempleo se deriva de que aún subsiste la acumulación de mano de obra en las empresas estatales heredada del sistema económico anterior. A pesar de que las empresas, por ejemplo, de la Europa central y oriental han emprendido reestructuraciones de fondo - cuyo costo ha sido a menudo el aumento del desempleo y la pobreza - todavía les queda por resolver el ajuste de la estructura empresarial con el fin de aumentar la productividad de la mano de obra. Otros problemas prácticos que reclaman solución son la insuficiente flexibilidad del mercado de la vivienda y las dificultades que supone garantizar una protección social aceptable para los trabajadores afectados por la reestructuración.
En las regiones con economías en desarrollo, la mayoría de los trabajadores desempeñan labores de baja productividad que, siendo con frecuencia físicamente pesadas, sólo les aportan remuneraciones mínimas. En la mayoría de estos países el pleno empleo es un objetivo a largo plazo y, en lo inmediato, solo sirve como marco para la formulación de políticas de empleo. Entre los objetivos a perseguir, figura el logro de una tasa de crecimiento del empleo productivo en los sectores modernos, superior a la tasa de crecimiento de la fuerza de trabajo y la disminución de la magnitud del subempleo en los ámbitos tanto rural como urbano del sector no estructurado de la economía.
DESEMPLEO Y POBREZA: CAUSAS Y POSIBLES SOLUCIONES
Dr. Raúl Enrique Altamira Gigena
Profesor Titular Plenario
Derecho del Trabajo y Seguridad Social
Universidad Nacional de Córdoba